La visión de la crianza ha cambiado. Ya no dejamos a nuestros hijos llorando 'a ver si se les pasa', ya no dejamos de cogerlos en brazos 'por si se acostumbran' y el adultocentrismo está dejando paso a unos nuevos pilares basados en el respeto al niño, a sus emociones, a sus necesidades y a su autonomía. Eso sí, sin dejar a un lado los límites. Pero ahora estos se ponen con cariño y firmeza y no con autoritarismo y 'porque lo digo yo'.
Por eso ahora también queremos ayudar a nuestros peques a que desarrollen su propio pensamiento crítico, una autonomía (que no independencia) que les permita bandearse en la vida y unas herramientas que les ayuden a afrontar las distintas circunstancias y situaciones en las que van a verse inmersos. Y es ahí donde entra la pedagogía Montessori, en la que la vida práctica tiene un papel primordial.
En próximos artículos hablaremos de cuáles son esos tips y ese decálogo que tenemos que tener presentes si queremos crear un entorno adecuado para el desarrollo adecuado y libre de nuestros peques. Porque ellos no son adultos en proceso. Son niños y como tales están aprendiendo a gestionar, a explorar, a vivir. Y nuestra es la responsabilidad de ayudarles y acompañarles en este camino.